El motor de la inteligencia

Hay muchos factores que como la creatividad y la confianza ayudan a resolver problemas. Cuentan que una mujer inglesa, divorciada por segunda vez y con una hija pequeña, estaba desempleada y vivía de la ayuda social. En esta situación, eligió crear.

Utilizó su tiempo para contar la historia de un personaje que tenía en mente desde hacía varios años. Se sentaba en un bar y mientras hamacaba el cochecito de su bebé, escribía y escribía. Transformó su problema (el desempleo) en la posibilidad de invertir su tiempo en aquello que había postergado: terminar de escribir su novela.

Esta mujer se llama Joanne Kathleen Rowling y su primera novela, Harry Potter, es el libro infantil más exitoso de la historia.

Hoy, sus obras se venden en 144 países y se traducen a 47 idiomas. Cuando se estrenó su primera película, "Harry Potter y la piedra filosofal", Joanne ya era una de las mujeres más ricas del mundo. En su país, sólo la Reina Isabel excedía su fortuna. Podría haber elegido sentarse a llorar, pero eligió sentarse a crear.

Sobre el pensamiento se habla mucho y se hace poco. En el lenguaje cotidiano, se utiliza el verbo “pensar” de manera inapropiada, por ejemplo, como sinónimo de asociar, recordar o creer. Pero el  que cree no piensa, justamente porque cree.

Pensar es el proceso en el que la inteligencia resuelve un problema. Abarca tres etapas: comprender una situación, inventar la solución y actuar en consecuencia.

Utilizar el imperativo piense es una paradoja. A ninguna persona se la puede obligar a pensar porque el pensamiento actúa cuando su socio estratégico (el problema) aparece.

El problema es una oportunidad para utilizar la inteligencia y, por lo tanto, debe ser encarado con una visión optimista. Para provocar un intenso movimiento interior que impulse los cambios, hay que adquirir el hábito del pensamiento como instrumento, desarrollar la capacidad de observación, descubrir aquello que los demás no pueden ver y fijar objetivos, en lugar de simplemente reaccionar ante lo que sucede.

El individuo proactivo es el que tiene una misión y  hace que las cosas ocurran.

La necesidad es la madre del problema. La necesidad surge cuando algo nos moviliza. La mente creativa canaliza y estimula la energía.

La energía es una fuerza cuya magnitud varía según la capacidad de la fuente espiritual que la nutre y de la cual proviene.  Combinando la  base espiritual con las emociones   positivas  y el conocimiento, se logra el proceso iluminador que genera  una idea mediante un proceso similar al truco de magia: nada por aquí, nada por allá, y de repente –abracadabra– abrimos el puño y tenemos el as que sacamos de la manga.

Se pueden distinguir dos fases por las que atraviesa el proceso generador de la  idea. Primero nace y se plasma en el hemisferio derecho, si tiene suficiente potencia pasa el al hemisferio izquierdo del cerebro donde se detiene por un tiempo hasta que se convierte en proyecto. La ejecución global de este proceso es la materialización de la idea como logro. Incluye otras etapas como la planificación y  la ejecución. Así es como, finalmente, el creador convierte el espíritu en materia.

La necesidad es la madre del problema, el pensamiento es el instrumento de su resolución y el problema es el padre del invento. El problema, el motor de la inteligencia,  tiene una batería que la recarga de energía, es la inteligencia espiritual.

Dr. Horacio Krell. CEO de ILVEM horaciokrell@ilvem.com

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