Nuestro antepasado más remoto tiene 4,4 millones de años y fue encontrado en el desierto de Etiopía hace 15 años. Se trata de Ardipithecus ramidus, a quien se bautizó como "Ardi" en la presentación oficial del hallazgo.
Para Darwin los seres vivos descienden de antepasados en una cadena que retrocede hasta las primeras bacterias. La selección natural explica la sobrevivencia.
El esqueleto de Ardi demuestra que nuestros antepasados no se parecían al chimpancé y que caminaban erguidos. Chimpancés y humanos evolucionaron de manera distinta.
La evolución del cerebro: Aristóteles investigó el centro de la conducta.
Experimentó y dedujo que el corazón era el centro vital. Hipócrates no lo aceptó. Galeno supuso que el corazón creaba la energía que el cerebro convertía en "Espíritu Animal": cada parte del cerebro generaba una función motora o sensitiva. Pero en todo el mundo, el 14 de febrero, los enamorados se dicen; "Te amo con el corazón", no con el cerebro.
Para Descartes el cerebro analiza y reproduce como un mapa que refleja el medio externo. En el siglo XX Santiago Ramón y Cajal, descubrió las partes del tejido, las neuronas, que se comunican usando dos lenguajes, uno eléctrico y otro químico.
El cerebro animal: Los animales nacen completos pero la libertad del pájaro es una ilusión, carece de la voluntad de volar, nace programado. El hombre posee un espacio de libertad. Como no sobrevive sin el cuidado paterno, reemplaza los instintos con la educación y la cultura. Así podrá elegir su destino y el sentido de su existencia.
El cerebro agrega capas al cerebro reptiliano que la gestación reproduce en cada uno. El reptil está programado, no aprende. El mamífero que procrea por parto suma los afectos a su cerebro emocional. La corteza cerebral, aporta el lenguaje y la conciencia. Tarda en madurar pero el tallado del alfabeto le otorga una capacidad de comunicación y de procesamiento que ninguna otra especie posee. Una falla evolutiva no lo hizo preciso como la garra, que se convirtió en la mano. Pero de este error surgió el hombre, un ser que lucha por armonizar áreas en conflicto: instintos, emociones y pensamientos.
Manos libres: Con la bipedestación las piernas se encargaron de la locomoción, liberando a las manos para tomar el alimento que antes era recogido por la boca. La mano quedó libre y aumentó su flexibilidad. El dedo pulgar puede jugar con todos los demás dedos, lo que convierte a la mano en un instrumento preciso.
Así el rostro se aplanó, en posición erecta el cerebro creció. Lejos de la tierra, la cabeza fue el símbolo intelectual y los ojos el instrumento. Se produjo la división entre lo sensorial y lo intelectual.El sector abdominal se percibe en el estómago y es la huella corporal de la naturaleza. El lenguaje creó otro mundo: el cultural y simbólico.
La vinculación mano-lenguaje se refuerza en la escritura: lo escrito permanece y la firma demuestra el compromiso. Cada mano cuenta una historia y la escritura crea huellas en la memoria. Al grabar sus pensamientos, la capacidad autosugestiva de la mente, permite transformar en acto todo
aquello que se decide aceptar.
Neuroplasticidad: Lo que nos hace humanos está tallado en una telaraña de 100.000 millones de neuronas. Las neuronas conversan. La neuroplasticidad es la destreza cerebral de modificar las rutas neurales y su organización. La forma de actuar en el mundo, los proyectos, el desarrollo personal,
dependen de eso. La neuromodelación brinda el poder de planear y escapar al condicionamiento que los genes imponen, permitiendo seguir, cambiar o remodelar lo que ya no se desea o crear nuevos caminos.
Reciclar el cerebro: El cerebro se modela en la acción. El tallado del alfabeto inició el camino de la superación pero también el de la perversión. La emoción abrió el camino a la conciencia y al contacto social, la credulidad lo predispuso a aceptar lo mágico, la curiosidad lo acercó a la
ciencia. El cerebro produce el pensamiento como el estómago el jugo gástrico, el hígado la bilis y el riñón la orina. Sin equilibrio entre acción y reflexión se cae en la agitación impulsiva o en la depresión paralizante. Como productor de la cultura el cerebro configurará nuestro futuro. La ignorancia aparece formulando problemas y misterios. Los problemas se resuelven, ante los misterios no sabemos qué hacer. La ciencia es el medio para pasar del misterio al problema. Uno de los misterios de la mente es el cambio y cambiamos al cerebro al aprender.
Los mapas: Aprendemos gracias al cerebro. Así como estudiamos el globo terráqueo, la cartografía cerebral es la base biológica del conocimiento. Las imágenes, obtenidas por resonancia magnética, permiten observarlo y enseñarnos a aprender. A diferencia del geógrafo de un planeta mapear
cerebros implica procesar diferencias individuales.
El Brainmap es una base de datos que relaciona una localización cerebral con una conducta. Saber navegar en espacios neurocognitivos optimiza el uso del cerebro. Arribamos a una frontera, si miramos hacia fuera, vemos el mundo.
Si miramos hacia adentro nos vemos a nosotros mismos. Las dos miradas son indisociables.
Borges dijo que somos lo que somos por lo que leemos. Nuestro cerebro se forma en la lectura formulando preguntas de comprensión, de verdad y de valor. Articulando conceptos se genera la memoria argumental y la capacidad de juicio.
Un cerebro arrogante crea un vértigo simplificador que borra diferencias e ignora excepciones. El vértigo del especialista sostiene un martillo y todo lo que ve es un clavo. Lo mejor es un pensamiento que vincule en un horizonte más amplio. La percepción sin el concepto es ciega, el concepto sin la percepción está vacío. El cerebro sin memoria no puede pensar y sin lectura no puede aprender.
Mejorar el rendimiento: La toma de conciencia es la oportunidad para cambiar, de no seguir mirándose en el espejo que devuelve la imagen de la mediocridad. Estar como todo el mundo no es bueno si todo el mundo anda mal. El antídoto es la reprogramación neurolingüística y el benchmarking metodológico. Es compararse con los mejores.
La falta de metodología intelectual conduce al cerebro quemado -burnout- o a la inoperancia. Medicalizar o psicologizar el problema es hacer más de lo mismo.
La educación de la mente aporta el método. Vivimos en la sociedad de la información sin formación, creamos hábitos que llevan al estrés, luego ellos nos crean.
Hay que desarrollar el potencial: aprender a ser, a aprender, a hacer y a convivir; haciendo del defecto una virtud, rompiendo con el círculo vicioso y conociendo cuál es el rendimiento actual y el potencial de desarrollo. Saber por qué nos pasa lo que nos pasa, acercarnos a la causa, hace del
cerebro quemado un cerebro creador.
No dejemos que lo que somos nos impida lograr lo que podemos llegar a ser. La capacidad de elegir un futuro abierto a las aptitudes y a las vocaciones sintetiza el concepto del hombre. La naturaleza le dio el instrumento pero no la llave de acceso. Algunos razonan con la lógica del hemisferio izquierdo, que apunta al objetivo con planes basados en palabras y conceptos. Otros lo hacen con el derecho, generan ideas procesando emociones, imágenes e intuiciones. Lo que falta es aprender a trabajar con el cerebro completo mediante una alianza estratégica de las partes en el todo.
Si no logramos integrar la inteligencia espiritual, que brinda la energía, no podremos convertir el espíritu en materia y seguirá resonando en nuestra mente la frase de Pascal: El corazón tiene razones que la razón no entiende.
Bienvenido "Andri". Como huésped del pasado nos ayudarás a que nuestros hijos hereden un cerebro mejor. El imperativo de la época es el cerebro social donde la igualdad de oportunidades sea la llave de la sabiduría que haga crecer un mundo humano, un mundo que sea para todos.
Dr. Horacio Alberto Krell. CEO de Ilvem. Contador Público y Licenciado en Administración UBA. horaciokrell@ilvem.com