Cambiarse uno mismo

Ya no existen  los roles fijos de los viejos tiempos. Antes el hijo de un campesino estaba condenado a ser un campesino, hoy ha crecido el espacio de libertad. Cada uno debe cambiarse uno mismo para convertirse en el arquitecto de su destino. No hay un plan de carrera oficial en las empresas ni en la educación formal, ahora se  puede intentar llegar a la cima por cuenta propia. El título universitario ya no es una garantía de éxito.
¿Cómo se aprende a cambiarse uno mismo? Se aprende del análisis del error, así el feedback con la realidad impide al error convertirse en hábito. El que no hace no se equivoca pero tampoco aprende pero el éxito de las decisiones se conoce por sus efectos. Esta situación dificulta el aprendizaje por resultados. Pero comparando las expectativas con los resultados a corto plazo se pueden identificar las fortalezas e incrementarlas. Gestionarse a sí mismo implica conocer las fortalezas. La mayoría de las personas sabe lo que no quiere y cuáles son sus defectos, pero le cuesta precisar sus virtudes y lo que quiere.

Para no gestionar incompetencias la clave es detectar las fortalezas y acceder al capital invisible que representa la autoestima. Para  gestionarse a sí mismo a la identificación de fortalezas hay que agregarle su desarrollo.

Para eso hay  que dejar  la arrogancia del culto a la  experiencia o la inteligencia práctica y determinar qué brecha del conocimiento no se suple con información. Como dijo Elliot dónde está el conocimiento que se perdió con la información, ¿ dónde está la sabiduría que se perdió con el conocimiento.

¿Cómo influyen los hábitos? Hay que hacer del defecto una virtud. El feedback puede mostrar los malos hábitos: no hacer el seguimiento, confiar en que las buenas ideas actúan por sí mismas, no considerar el buen trato que es lubricante social, no comparar las expectativas con los resultados para detectar las causas, no saber lo que se quiere.

¿Cuál es el papel de la educación? En aras de la socialización y la uniformidad la educación retrasa la identificación de las fortalezas. Se insisten en invertir recursos y energía para pasar de  áreas de la incompetencia a la mediocridad. Lo que habría que hacer es convertir la competencia en excelencia. El sí es más fuerte que el no. Saber cómo me desempeño mejor es una forma ideal de detectar  cuál es el mi método favorito de hacer.  La fortaleza se expresa como facilidad de crear, analizar, aprender, hacer, socializar. No es solo conocerse a sí mismo sino de actuar en consecuencia. Poder es querer más eficacia.

Para cambiarse uno mismo el análisis FODA debe  poner el acento en las fortalezas sobre las debilidades y en las oportunidades antes que en las amenazas.

Factores esenciales del cambio. Algunos conocen su misión desde chicos otros la detectan por autoconocimiento. Hay que relacionar fortaleza y  oportunidad. Saber decir no o sí ante las propuestas. Para Pasteur el azar sólo favorece a las mentes preparadas. Esto implica que ante  la situación hay que saber cómo contribuir y medir el resultado en el tiempo. El  desafío debe ser alcanzable y  cuantificable. De aquí saldrá el plan. Otro factor es conocer y motivar, sin la gente nada se puede. Para eso hay que comunicar e indagar. La carrera puede hacerse en una empresa, por cuenta propia o por el sistema de alianzas estratégicas. El pensamiento creativo y estratégico se interroga: ¿ dónde estaba ayer?¿ dónde estoy hoy?, ¿ dónde quiero estar mañana?, ¿cómo haré para conseguirlo?

Podemos ser ricos en fortalezas pero no saber usar esa riqueza, como le ocurre al ingeniero taxista. Para eso  la capacidad debe aliarse con la inteligencia. Sin inteligencia la fortaleza es ciega y  puede lastimarse chocando varias veces con la misma piedra.

Para cambiarse uno mismo el pasado interviene como experiencia, el presente aporta lo nuevo y el futuro arrima lo que queremos ser. La gestión incorpora conocimiento, información, e imaginación y para Einstein la imaginación importa más que el conocimiento. Para gestionarse a sí mismo -al estilo de YO S.A- hay que evitar la trampa del pasado que es aplicar recetas a contextos diferentes, y la trampa del presente que es atenerse en forma reactiva a los hechos perdiendo de vista los valores y la misión. El riesgo es olvidarse de construir el futuro. Pasado, presente y futuro deben asociarse en la acción.

Para Bernard Shaw el hombre razonable se adapta al mundo, el hombre irrazonable adapta el mundo a él. Todo el progreso depende del hombre irrazonable. Las fortalezas claves son intangibles, si no se usan se pierden. Por lo tanto la capacidad de cambiarse uno mismo no se basa tan solo en las fortalezas sino en la forma de aplicarlas. Se trata de saber repetir una y otra vez el  feliz encuentro entre  la fortaleza y la oportunidad.

Dr Horacio Krell. Director de Ilvem. Propulsor de UP  Unión de Permutas. horaciokrell@ilvem.com

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