¿Qué es la presunción? Presumir es sospechar, conjeturar, juzgar por inducción y sostener aquello en lo que se cree hasta que se pruebe lo contrario. En condiciones de normalidad es una expectativa razonable sobre el futuro que dirige la atención de una determinada manera.
En el derecho la presunción de inocencia dice que “toda persona es inocente hasta que se compruebe su culpa”. Es una cuestión contractual, contingente, que se basa en un propósito -que por error no se condene a un inocente- pero no es obligatoria porque el sistema jurídico podría funcionar sin ella o con otra diferente. Su evaluación dependerá de la racionalidad de los argumentos que la sostienen. Hay otras presunciones que no admiten prueba en contrario como por ejemplo que los funcionarios tienen como domicilio el lugar en el que trabajan
El mismo tipo de análisis se da en las certezas prácticas -sé que no estuve en Marte- y en los enunciados empíricos con apoyo masivo -si suelto esta taza se cae-.
Presunciones necesarias
Cuando leemos o escuchamos usamos presunciones de comprensión, de verdad y de valor: 1) que se entiende lo que se lee o se escucha 2) que se dice algo verdadero, 3) que existe un interés particular o valor en lo que se manifiesta.
Para preservar el sentido y salvo que se demuestre lo contrario la presunción de comprensión le da inteligibilidad y continuidad al mensaje, la presunción de verdad permite suponer que es cierto y la de valor que por algo se dice lo que se dice.
Las presunciones se pueden asimilar a lo que Wittgenstein llamaba formas de vida – lo que una comunidad utiliza para diferenciar las respuestas correctas de las desviadas-.
Invertir la carga de la prueba
El efecto de la presunción es invertir la carga de la prueba, quien no está de acuerdo con ella debe argumentar. Ningún enunciado es inocente, implica siempre una evaluación o normatividad; ya sea que se lo acepte o se lo rechace es una regla que da origen a un ciclo argumental que condiciona y guía el proceso de razonar. En derecho se presume la paternidad del concubino, si no está de acuerdo debe probarlo.
Rechazar una presunción inicia otro ciclo argumental de apoyos y rechazos a los argumentos.
Virtudes epistémicas
Las certezas prácticas, las teorías, son conductores materiales de verdad, positivas a corto plazo, pero no son buenos hábitos como las virtudes epistémicas que apuntan al largo plazo y que son conductores permanentes. Estas virtudes forman parte del carácter del pensador. Si una persona se aferra a creencias o certezas, es una señal de que no reflexiona frecuentemente sobre ellas, es decir que no cambia el chip. Wittgenstein propone huir de las certezas o ignorancias absolutas, reteniendo las particulares o específicas.
El argumento del escéptico es que no existe la certeza y entonces vale la ignorancia. Descartes le responde con la certeza directa, Hume con la indirecta, Wittgenstein complica la cuestión, sin responder desmonta el problema, rotando la atención sobre las diferentes partes.
Mientras se comprende se confía, la certeza práctica es ciega. Cuando se interpreta se descifra, se pluraliza, se pone en marcha un ciclo argumental reconstructivo. La presunción de libertad que se basa en el punto de vista subjetivo está restringida o pretende invalidarse por las situaciones no libres desde el punto objetivo, por ejemplo al actuar bajo amenazas.
Un vértigo argumental producido por adherirse a un único punto de vista se da cuando a un concepto inestable como libertad se lo considera estable. Nuevamente señalamos la importancia de cambiar el chip con estrategias ocasionales para enfrentarlo cuando se afecta la comprensión haciendo sospechar sobre la influencia de la presunción de verdad o de valor.
El antifundamentalismo acepta saberes pragmáticos basados en percepciones normales y confirmadas, pero para juzgar interrelaciona, se aparta de la certeza absoluta y de la ignorancia completa, del poder total y de la impotencia.
Cambiar el chip
Aprender a pensar es evitar la sistematización ilegítima a que conduce pensamiento único que uniforma sin comprender las diferencias particulares. Las presunciones deben ser razonables y sujetas a las pruebas y a los cambios, ya que la verdad es una construcción. Como decía Freud “la herejía de una época es la ortodoxia de la otra”, un loco es un genio cuando alcanza el éxito.
Para no caer en el error a las virtudes del pensador hay que sumarles virtudes argumentales como la objetividad que no se somete al enfoque subjetivo, la explicación de los datos sin acomodarlos a las creencias, el contraste de los supuestos con la realidad y las predicciones que mejoren las presunciones porque permiten comprobar o falsear las teorías.
El observador estratégico del discurso debe ser un pensador virtuoso y conocer tanto los vicios como las virtudes argumentales. Aprender a pensar implica dominar diferentes sistemas de pensamiento: pensamiento crítico, pensamiento creador, pensamiento estratégico. Aprender a pensar es la clave pues pensar cualquiera sabe.
Doctor Horacio Krell, director fundador de Ilvem, horaciokrell@ilvem.com