Con las bolas colocadas, se hace el truco. El que realiza la operación lanza su mano contra la bola blanca que está pegada a la bola roja y la primera sale despedida hacia atrás e impacta contra la otra bola blanca. ¡Carambola!
Aparentemente, es sencillo. Lo único que ha hecho es golpear la bola blanca y ésta sale corriendo en sentido contrario para completar la carambola.
Vamos allá
Ahora llega tu turno. “¡Adelante es fácil! Lo único que tienes que hacer es repetir el movimiento y conseguir la carambola. Has visto cómo lo he hecho. Sólo tienes que hacer lo mismo”.
Te colocas en posición, miras las bolas y golpeas con tu mano derecha a la bola blanca pegada a la roja.
¿Entonces…? Entonces nada. No pasa nada. La bola blanca no se mueve de su posición. Bueno… no es correcto del todo. Se mueve hacia adelante. En el mismo sentido del golpeo. Gira sobre su eje y se pega una y otra vez contra la bola roja junto a la que estaba.
Segundo intento
Parece que el tema no funciona. Aparentemente, has repetido el mismo gesto. Lo has hecho todo igual, pero el resultado no es el mismo.
Piensas por un momento. A lo mejor el golpeo no ha sido suficientemente limpio o le ha faltado fuerza o… cualquier otra cosa. Allá vas otra vez. Mucho más decidido que la primera. Sacas la mano con mucha más rapidez y…
Nada. Otra vez nada. La bola blanca sigue girando sobre su propio eje en la misma dirección que el movimiento de tu brazo.
Una más
Toca cambiar. Parece que si sigues haciendo lo mismo no vas a conseguir resultados. Es momento de intentar algo diferente. De probar algo nuevo.
Hasta ahora, tu movimiento era de liftado de derecha a izquierda sobre la bola. Tiene sentido que, si peinas la bola de esta manera, ésta salga con el mismo efecto hacia adelante en lugar de ir hacia atrás.
Te iluminas. Lo ves todo claro. Si liftando la bola de derecha a izquierda no funciona, quizá hay que intentar cortarla con un movimiento de arriba abajo para intentar que ésta retroceda. El razonamiento puede tener algo de lógica, pero suena raro. ¿Por qué? Porque ese movimiento tiene poco que ver con el movimiento que te han enseñado. Da igual, el razonamiento se aguanta. Sólo hay que probarlo.
Y lo pruebas y… no pasa nada. Bueno, sí pasa. Pasa que la bola retrocede unos centímetros de forma bastante torpe y no consigue su objetivo. Último intento fallido.
¿Dónde está el error?
El error no está en tu primer movimiento. De hecho, es similar al que te acaban de mostrar. Movimiento de derecha a izquierda con efecto de liftado.
El error no está ahí. El error está en la bola sobre la que actúas. El efecto óptico te hace pensar que la bola que golpea la mano es la bola blanca, pero no es así. La bola que golpeas es la roja. Ésta rebota (movimiento que no se percibe) sobre la banda elástica de la mesa de billar e impulsa la bola blanca hasta la tercera bola completando la carambola.
Toda la acción discurre muy rápido. Todo parece que es de una determinada manera y al final es de otra.
Las apariencias
Este tipo de juegos son así. De hecho, todos los juegos de magia se basan en la misma premisa: fijar la atención en un punto A cuando realmente las cosas pasan en un punto B.
Estos juegos son divertidos. Fundamentalmente cuando se hacen en un entorno controlado. Pero tienen mucha menos gracias cuando afectan directamente a tu entorno profesional, de negocio, de…
La tendencia siempre es la misma. Poner el foco en algo, en lo más aparente y, a partir de ahí, actuar. Actuar siempre sobre el foco. Una y otra vez. Una y otra vez. Si no da resultados, no se cambia el foco, se cambia la forma de actuar. No está mal, pero es incompleto cuando el foco no es el correcto.
Las cosas no son lo que son. Las cosas son lo que parecen. Pero tienes que actuar sobre lo que son para cambiar lo que parecen. No es difícil, pero hay que saberlo.