"Si se observan los últimos cinco años se da uno cuenta de que los fondos de capital riesgo podían comprar barato, no hacer ninguna mejora operativa, desnudar el negocio, añadir apalancamiento y sacarlo a bolsa", dice el señor Immelt, presidente y director ejecutivo de General Electric (GE), el conglomerado que constituye la empresa más influyente de Estados Unidos. "Los tipos de interés estaban en el 1 por ciento, ahora han subido hasta el 5 por ciento… Si compras hoy tienes que soltar mucho dinero. Y pagas el precio del dólar. Las cosas han cambiado".
Hasta ahora, para lograr el éxito con el capital riesgo ha bastado simplemente con ser "financieramente astuto". Ahora que han subido los tipos de interés y el precio de los activos, las empresas tendrán que demostrar que son "operativamente astutas".
La gestión a largo plazo
En un entorno en el que el capital riesgo está luchando, en el Reino Unido, por lograr la aprobación política, Immelt plantea dudas respecto a esta industria en un aspecto mucho más práctico: su reputación como gestora.
Desde luego, Jeffrey Immelt no lanza ninguna crítica directa contra el capital riesgo en el Reino Unido o los titanes compradores norteamericanos. Ése no es su estilo en aboluto. Immelt es un hombre voluminoso de risa fácil y con la cordialidad típica de la estrella del fútbol universitario americano que fue.
GE vs capital riesgo
Pero también es cierto que tiene sus propias razones comerciales para cuestionar una industria que plantea un desafío directo a la lógica de General Electric.
El capital riesgo se ha convertido en el arte de comprar empresas individuales de grandes conglomerados y, posteriormente, exponer el valor oculto no realizado por las empresas que cotizan en bolsa, como GE.
En los tiempos de Jack Welch, las acciones de GE alcanzaron el precio de 60 dólares. Immelt, que sucedió al admirado director ejecutivo en 2001, preside ahora una empresa cuyas acciones se cotizan a 38,30 dólares.
Parte del escepticismo, por lo tanto, es defensivo: "Si pensara que alguno de esos tipos es capaz de dirigir cualquiera de nuestros negocios mejor que nosotros, se lo vendería", asegura.
Pero Immelt está planteando un debate en torno a la responsabilidad de la propiedad que va más allá del beneficio financiero a corto plazo -que ha sido, como dice, bastante sencillo de obtener en una era de créditos baratos- para centrarse en el rendimiento del negocio a largo plazo.
La revolución china e india
El jefe de GE ha visto a su conglomerado ponerse de moda y pasar a segundo plano en varias ocasiones: en algunos momentos, la empresa se ha contratado con un descuento del 10 por ciento respecto al Standard & Poor’s 500, mientras que otras veces lo ha superado en un 60 por ciento. Que la empresa cotice o no en bolsa es secundario a la hora de gestionarla con vistas a lograr crecimiento en un mundo que se está viendo transformado por la dinámica del avance del poder económico de China e India.
"Los nuevos competidores de GE van a ser países habitados por más de 1.000 millones de personas, donde más del 30 por ciento de los alumnos universitarios está cursando estudios técnicos y donde el nivel de vida va a multiplicarse por cien desde que nacieron hasta que mueran", dice.
Immelt piensa que China está "una generación por detrás de India", que cuenta con una gran clase empresarial, pese a que la deficiente gestión de sus gobiernos dificulte la mejora de las infraestructuras. India, por otra parte, es la otra cara de la moneda: sus infraestructuras son cada día mejores, pero el país carece de la innovación e inventiva personificadas por los empresarios indios del ámbito de la tecnología de la información.
No obstante, ambos países están revolucionando la forma de hacer negocios de General Electric. "Algo de lo que siempre estamos pendientes en GE es no dónde invertimos nosotros nuestro dinero, sino dónde lo hacen los demás", afirma Immelt. "Basta con observar dónde está invirtiendo China en África y América Latina: en minerales, cereales y energía". Y añade: "[Hace pocos años] no le hubiera dedicado ni cinco segundos [a África]. Sin embargo, este año, ganaremos 3.000 millones de dólares en el África subsahariana".
Immelt se enorgullece de que su empresa haya adoptado frecuentemente una visión contraria al resto del mundo. Aunque Estados Unidos continúa siendo "la veta madre" en términos económicos, y aunque los empresarios estén locos por tener presencia en los mercados de Asia-Pacífico, Immelt afirma: "De aquí a diez años, Europa podría volver a ser el centro de atención. Con Sarkozy, Merkel y, al mismo tiempo, las mayores dificultades diplomáticas existentes para Estados Unidos, los líderes europeos podrían tener más peso que en ningún momento de los últimos 15 años".
Miedo a la globalización
Sin embargo, como máximo responsable de una empresa que está creciendo a un ritmo anual del 6 por ciento en EEUU pero del 12 por ciento en el resto del mundo, Immelt es plenamente consciente de que la idea que sirve para apuntalar a GE -la globalización- no cuenta con el apoyo de la gente. "Si la globalización se sometiera a una votación popular sería rechazada", dice. "A la gente no le gusta. Le tiene miedo. Los consejeros delegados no pueden considerar la globalización como algo hecho".
Este es un discurso cada vez más habitual entre los directores ejecutivos más viajados, que temen que la liberalización del comercio esté perdiendo pie tras ver cómo Rusia ha renacionalizado sus empresas energéticas, al igual que Venezuela, aunque ésta más torpemente, que Estados Unidos ha evitado la compra de Unocal por China y que India ha comprado empresas en el extranjero pero mantenido una fuerte protección sobre su mercado local.
La mayor desigualdad en las rentas está aumentando la sensación de desencanto con el capitalismo global. Para Immelt, la creciente brecha existente entre los que más y menos ganan está siendo provocada principalmente por el progresivo recorte del sector manufacturero, puesto que empleos industriales bien remunerados están siendo sustituidos por otros peor pagados dentro del sector de servicios. Sin embargo, según sus previsiones, este asunto -los super ricos y la nueva política de la envidia- serán aspectos preponderantes en las elecciones presidenciales norteamericanas de 2008.
Con algo más de optimismo, Immelt considera que las innovaciones en la división sanitaria de GE acabarán por transformar la vida de la gente. "De aquí a diez años, vas a poder hacerte un examen médico cada año después de cumplir los 65 para comprobar si existen posibilidades de contraer enfermedades como el Alzheimer con vistas, si no a curarlo, por lo menos sí a retrasar su aparición", afirma. La medicina preventiva, considera, acaba de echar a andar.
Por supuesto, esto será caro. El coste de la sanidad se elevará mucho más rápidamente que la inflación, mucho más pronunciadamente que cualquier aumento previsto en los ingresos fiscales: según su predicción, el gasto en sanidad como proporción del Producto Interior Bruto en EEUU, actualmente ligeramente superior al 14 por ciento, se elevará hasta el 20 por ciento en la próxima década. De igual modo, el gasto sanitario en Europa tendrá que aumentar un tercio en el mismo periodo.
Los intereses mediáticos
General Electric es una empresa enorme y en expansión, lo cual requiere que su director ejecutivo tome parte en una curiosa combinación de temas. La división mediática de la empresa, que incluye la NBC y Universal Studios, cuenta con la mayor cobertura por parte de la prensa. En las últimas semanas, Immelt ha participado en el despido de Don Imus, el presentador de un programa de radio que aparecía en MSNBC y que realizó comentarios racialmente despectivos, así como en la decisión de retirarse de la puja por entrevistar a Paris Hilton tras su salida de prisión.
Los intereses de GE van desde los motores de naves aéreas hasta las tecnologías medioambientales, pasando por los servicios financieros. Su estrategia consiste en involucrarse en los intereses de compañías y mercados de todo el mundo. (La última vez que ojeó la lista de las 100 principales empresas elaborada por The Boston Consulting Group, vio que 42 eran clientes suyas, 20 eran proveedoras y 6, competidoras).
No obstante, un negocio que no le atrae es el de la prensa. Según se informó el mes pasado, GE y Pearson, propietaria del Financial Times, han estado trabajando juntos para hacerse con Dow Jones, dueña de The Wall Street Journal. Pero Immelt lo niega: "Pese a que se escribió acerca de ello todos los días, no hemos hecho nada por adquirir Dow Jones". GE tiene una cadena de televisión dedicada a las noticias de empresa, CNBC, pero "no estamos en el negocio de los periódicos ni tenemos interés empresarial alguno por ese medio".
General Electric, dice Immelt, nunca vio realmente una posibilidad de superar a News Corporation, la empresa matriz de The Times, que ofrece a los accionistas de Dow Jones 60 dólares por acción. A ese precio, dice "la economía es muy dura".
Jeffrey Immelt. CEO de General Electric.
Fuente: Eleconomista.es