Encontrar sentido en la incertidumbre (última parte)

Reformulando el capitalismo
El comunismo tenía una causa -que era idealmente un sentido de igualdad y prosperidad para todos, que todas las personas eran y podían ser iguales-, pero carecía de un mecanismo apropiado para llegar a la causa, mientras que el capitalismo es un mecanismo pero parece carecer de causa. ¿Sólo consiste en hacernos ricos o existe algo más en la vida que eso?
Porque cuando conseguimos el dinero no parece bastar. La pregunta es: ¿Corremos el peligro de lanzar el bebé junto con el agua de la bañera? El agua de la bañera es la ineficiencia y la intolerancia del comunismo, y el bebé su idealismo. Y esto es lo que tristemente le falta al capitalismo. Hay un cáncer en el corazón del capitalismo.

El primer paso a la hora de reformular el capitalismo es tener las ideas totalmente claras sobre para qué sirve todo esto y para quién es. No creo que la respuesta de que sirve a los financieros -es decir, los accionistas- sea muy válida desde un punto de vista práctico y moral. Debemos darnos cuenta de que la nueva fuente de riqueza es la inteligencia. No la tierra, ni el dinero, ni las materias primas, ni la tecnología; son los cerebros y las habilidades del ser humano.

Durante años, los consejeros de las corporaciones han estado hablando sobre sus empleados como sus valores principales. Ya es hora de que se den cuenta de que es totalmente cierto porque la única esperanza de una seguridad futura estriba en los
cerebros de esas personas.

Pero en la época del capital intelectual, ¿quiénes son los dueños del capital? No son accionistas. No es posible en un sentido real. Los dueños del intelecto son los trabajadores clave de la compañía. En otras palabras, son los activos los dueños de los activos porque no podemos, en un sentido real, ser dueños de otro ser humano -siempre pueden abandonarnos ni
es correcto ser dueños de un ser humano- solíamos llamar al hecho esclavitud.

Por tanto, un modelo que diga que la compañía pertenece a las personas que la financian -y que las personas que trabajan en ella son meros instrumentos de aquellos dueños- ya no tiene cabida en esta época, y no será en absoluto apropiado en el futuro. No es el tipo de concepto que se considerará correcto.

Si no cambiamos las leyes de la compañía, vamos a ver cómo la bolsa se convierte en un gran casino, y esa medida no es una base sensata para ninguna economía. Debemos cambiar las leyes para que los financieros sean realmente financieros y no dueños, es decir, que sean el prestamista de la hipoteca. Tiene algún tipo de seguridad sobre lo que está haciendo la
compañía, pero no tienen el derecho de decirles a los trabajadores lo que deben hacer.

Tienen el derecho de pedir unos intereses razonables para su dinero, y eso es todo.
También sería conveniente replantear el derecho a voz que los nuevos activos tengan en la propiedad y en el manejo de la empresa. Actualmente, los únicos con derecho a voto en la mayoría de las empresas son los altos directivos y los accionistas. No creo que esto sea lo mejor; necesitamos un equilibrio de poder más justo. Necesitamos dar más derechos a los empleados que trabajen allí porque, al fin y al cabo, son los activos reales de la compañía.

En la economía del mañana, cuando la inteligencia será una propiedad, tendremos que asegurarnos de que todos tengan el derecho de poseer parte de esa propiedad y de la riqueza que conlleve. Todos tendrán que ser inteligentes -en su sentido más amplio. Las organizaciones tendrán que reconocer su papel de formadoras y educadoras. Los gobiernos tendrán que invertir en la inteligencia de todos sus ciudadanos si no quieren ver la sociedad más dividida que nunca.

Por supuesto, cada uno de nosotros también tiene su parte de responsabilidad en todo esto.
Debemos darnos cuenta de que nuestra futura prosperidad depende de nuestras aptitudes y de nuestra educación, por lo cual tendremos que estar continuamente desarrollando y poniendo al día nuestras habilidades. En efecto, debemos aprender a ver nuestra educación como una tarea de nunca acabar si queremos tener alguna participación en la nueva forma de propiedad.

Encontrar un nuevo propósito
Encuentro que a veces es útil mantenernos aparte para observar y darnos cuenta de que sólo somos una cosa ínfima en los ecos del tiempo y en los océanos del mundo y que sólo vamos a estar aquí durante un período de tiempo muy reducido. No podemos cambiarlo todo o hacer del mundo un lugar perfecto. Pero, a pesar de eso, debemos intentar hacer lo máximo, porque creo que existe una razón por la cual estamos aquí, -aunque sólo sea para que siga el espectáculo.

Me preocupa el hecho de que cada vez más gente encuentre que es aburridor seguir con el espectáculo, pues incluso tener hijos, por ejemplo, o hacer que la organización siga funcionando está dejando de ser un propósito. En lugar de ello, la vida se está convirtiendo para muchos en una existencia temporal, existencial e incluso egoísta donde lo que estamos tratando de hacer es vivir el momento. Sólo quedan unas pocas grandes causas.

Me sorprendió mucho el libro The End of History de Fukuyama, que no era el grito triunfalista que muchos interpretaron, el último triunfo de la democracia liberal sobre el comunismo. Lo que a mi entender quiso decir es que, la combinación de la economía y de la democracia liberal significa que elegimos a los políticos para que nos hagan felices y que esto es a lo que deben aspirar si desean ser reelegidos. Hemos acabado comportándonos como perros, sólo queremos tumbarnos bajo el Sol y que nos alimenten.

Nuestra única razón en la vida es sobrevivir lo más confortablemente posible, una muestra de nuestro egoísmo.
Siento, no obstante, que cada vez más gente quiere que la vida signifique más que eso. Ya no espera que los políticos se lo consigan sino que busca nuevas instituciones.
Es responsabilidad de la organización dar un propósito si quiere conservar a los buenos empleados. Si usted quiere conservar a la gente de talento, tiene que crear una causa. En caso contrario obtiene una mera relación instrumental en la cual, yo trabajo para usted sólo porque gano dinero o porque estoy aprendiendo algo que podré utilizar en otro sitio. De esa manera usted obtiene finalidades a muy corto plazo, finalidades muy egoístas.

Considero que lo mejor y más satisfactorio en la vida es encontrar un sentido más allá de uno mismo. Si el propósito es sólo para uno mismo, tiende a disiparse con rapidez.
Si uno se sienta y bebe una botella de vino solo, está bien con la primera copa, pero cuando va por la cuarta no puede más. No puede hablar con nadie, no puede compartirla con nadie.
Si uno no tiene una razón más allá de uno mismo, superior a uno mismo, acaba decepcionado al final.
Por todo ello, considero que debe cambiar el significado de los negocios de ser un instrumento de los dueños para ganar dinero y que emplea a otras personas como instrumentos de la organización para lograr tal fin, a ser algo más parecido a una comunidad con un propósito.

¿Qué consejo les daría usted a las organizaciones, a las sociedades y a los individuos para ayudarles a prepararse para el siglo XXI?
Les diría que recordaran el paso y lo celebraran si es el caso, pero que lo pusieran a un lado. No dejar que el paso permanezca en el camino hacia el futuro porque el futuro va ser diferente, y tenemos que desaprender la forma en que actuamos en el pasado para poder actuar en el futuro.
Por supuesto que el pasado es importante. Necesitamos tener un sentido de la historia, pero no podemos adentrarnos en el futuro mirando por encima del hombro. No podemos tropezar entrando en el futuro de espaldas.
Si ingresamos en una empresa y encontramos expuesta su historia pasada, debemos preocuparnos. En cambio, si ingresamos en una empresa y ésta tiene expuesto lo que traerá el futuro debemos entusiasmarnos.
Porque lo más emocionante del futuro es que podemos darle forma”.

* Charles Handy. Irlandés. Es el pensador en Administración más influyente del viejo continente. Fundó la London Business School. Escribió varios libros, entre ellos La Edad de la Paradoja, La Edad de la Insensatez y Los Nuevos Alquimistas – Cómo la gente visionaria hace algo a partir de la nada.
Fuente: The Newfield Network

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