Con la colaboración del Banco Supervielle y bajo el lema “nos ensuciamos la cara para ayudar”, los chicos del comedor subirán a la pasarela junto a Mónica Carranza, madre y fundadora de la institución.
Mediante la compra de una entrada de $15.-, se podrán comprar zapatillas y alimentos no perecederos, una de las principales necesidades del comedor que hoy colabora con más de 2.500 familias y brinda refuerzos alimentarios a más de 1.500 enfermos y chicos desnutridos.
“Hacer esto por nuestros chicos nos llena de felicidad. Porque alguna vez fui una piba de la calle, revolví la basura y pedí para comer. Conocí el miedo, pero también conocí el amor de los chicos, un medicamento que supo curar todas mis heridas. Por eso quiero enseñarles a dar, compartir, entregar y sentirse queridos. Eso me salvó a mi, y quiero que también los salve a ellos” cuenta Mónica Carranza.
“No solo nos sentimos orgullosos como organización, sino que nos sentimos más unidos, como personas y como equipo de trabajo. La acción solidaria es algo maravilloso que esperemos muchas empresas sigan realizando. Tanto desde lo social como desde lo personal, hoy queremos que los chicos sean los verdaderos protagonistas” concluye Roxana Blanco, Especialista en Gestión Deportiva SportClub Body.
Acerca de SportClub Body
Con más de 800 socios y presencia en el mercado desde hace más de 8 años, Body fue el 1er gimnasio en Buenos Aires en incorporar el programa de entrenamiento físico BODYPUMP®, que sumó millones de fanáticos alrededor mundo y en nuestro país. Hoy, luego de cautivar a más de 700 socios estables y lograr una sólida presencia en el mercado, se asocia a la cadena SportClub para inaugurar SportClub Body, un mega-gimnasio que cuenta con dos salones de fitness, dos de musculación, vestuarios con sauna, servicio de bar y boutique de ropa deportiva. Su punto fuerte son las clases localizadas G.A.P. pero ofrece, además, un amplio abanico de disciplinas.
Acerca del comedor “Los Carasucias”
El comedor “los Carasucias” tiene sus orígenes a comienzos del 90, cuando Mónica Carranza comienza alimentar a chicos de bajos recursos. Con el tiempo esta acción comenzó a difundirse y muchas personas se acercaban para llevar alimentos, mientras se sumaban más y más “carasucias”. El comedor se estableció definitivamente cuando Mónica decidió hipotecar su casa y alquilar el galpón en donde hoy comen 2.500 familias y se brindan refuerzos alimentarios a más de 1500 chicos desnutridos, enfermos de sida, diabéticos, y se protege a personas que padecen tuberculosis y otras enfermedades.