Pero mi opinión es bastante contraria. La gente no se une a las redes sociales para destruir su reputación, sino para mejorarla. El efecto que las redes sociales se podría comparar con el que tienen las aulas tienen en los niños. Se comportan mejor en ellas porque están siendo constantemente observados y quieren causar una buena impresión. Es más, la mayoría de redes sociales tienen sus propios “profesores”, que se manifiestan en los botones de “Denunciar comportamiento”. O sea, también tienen sus normas y las gente las sigue. Algunas más estrictas que las de los mismos periódicos (por ejemplo en El País se pueden ver mujeres con pechos descubiertos pero en Facebook no).
El miedo a la alienación y al ridículo también disuade a los usuarios. Los amigos que frecuentemente ven lo que piensas, a quién conoces, dónde vives, tus fotos, tus vídeos, tus tweets o tus actualizaciones, actúan como moderadores de tu vida. Antes, la gente solo sabía lo que hacías ocasionalmente, por tanto, tus posibilidades de sorprender con un mala actitud eran mayores. La mayoría de la gente quiere caer bien a los demás, y como ahora son observados, su comportamiento es mejor. A lo que quiero llegar es: vivir una vida en la que todo el mundo sabe lo que hace, hace a la gente, en general, mejor persona y más honesta.
fuente: El Mundo