Las estructuras familiares y el rol de la mujer se han deconstruído para crear una nueva dinámica social. Sin embargo, el 50% de las mujeres aún sienten culpa de volver a trabajar luego de ser madres, eligiendo el emprendedorismo como una alternativa que se adapta mejor a su maternidad.
La transformación lograda por las mujeres en las últimas décadas fue radical y vino acompañada de grandes conquistas en materia de igualdad de derechos. Sin embargo, dentro de los hogares argentinos aún puede apreciarse una marcada división de tareas que responde a un modelo que ya pierde vigencia: la mujer como ama de casa y única responsable de la crianza de los hijos, y el hombre como el proveedor de dinero trabajando fuera. Aunque el 60% de los graduados universitarios son mujeres, todavía se convierte en desafío su desarrollo profesional y más aún con niños a cargo. Este escenario complica a todas aquellas madres que desean trabajar luego de tener a sus hijos pero padecen el síndrome de “Mala madre”.
Sin lugar a dudas la solución, o el primer paso para llegar a ella, radica en una reorganización de responsabilidades en la pareja; donde se pueda contemplar una verdadera igualdad y libertad para desarrollarse dentro y fuera del seno familiar. Sin embargo, aparece otra opción que hace unos años se popularizó hasta ser una tendencia que permite a la mujer cubrir ambos roles con mayor flexibilidad y gran satisfacción: el emprendedurismo.
Llevar a cabo un proyecto resulta un desafío enorme, y siendo madre puede parecer aún más inaccesible, pero existen profesionales dedicadas específicamente a orientar con empatía el proceso de cada mujer que elige este camino. Consultando a una mentora en maternidad, Fabiana Jafif, quien trabaja hace más de 3 años en asesoramiento para madres emprendedoras; ofreciendo herramientas y fortaleciendo cada idea para impulsarla a su éxito, explica “Cuando hablás con una madre que desea emprender, las primeras limitaciones u obstáculos que expone son la falta de tiempo, la incapacidad de organizar y planificar, y el desconocimiento para difundir y vender el proyecto. El dinero recién aparece en un cuarto puesto, por lo que realmente las barreras para iniciar un emprendimiento son mayormente internas.”
En un estudio realizado por la mentora en un universo de 3000 mujeres emprendedoras, apreciamos que el 52% comenzaron a emprender después de ser madre y el 33, 5% afirma que el principal motivo para hacerlo fue la cercanía a sus hijos. Esto puede resultar un beneficio así como una desventaja, ya que si no se logra un equilibro y un orden, se corre el riesgo de entrecruzar la energía utilizada en la crianza con la dirigida al proyecto, impidiendo que este último sea fructífero.
El Global Enterpreneurship Monitor (GEM) realizó un relevamiento en 2017 donde destacó que 94 mujeres de cada 100 hombres emprenden un proyecto en Argentina. Esta estadística supera ampliamente el resultado 2016, donde eran 79 las mujeres emprendedoras y se debe a que una gran cantidad de madres han tomado este impulso. Los rubros más elegidos para desarrollar sus emprendimientos, según el estudio realizado por Jafif, son: el textil, el gastronómico y la consultoría.
El fenómeno emprendedor no siempre es sencillo y uno puede desanimarse fácilmente si los resultados no son los esperados o no aparecen con la rapidez que uno desea. Es importante que aquellas mujeres que se encuentren en alguno de los estadíos vinculados al emprendedorismo, busquen espacios de networking, reciban consejos y no se dejen paralizar. La actividad emprendedora se sigue destacando en nuestro país y es un ecosistema consolidado, solo hace falta constancia y buen asesoramiento.