Motivar con la palabra

Ya lo decía B. F. Skinner, pionero del conductismo, a la hora de valorar la naturaleza humana y sus motivaciones: “Los buenos desempeños de los trabajadores pueden llegar a desaparecer si no reciben ningún tipo de reconocimiento, aprecio o valoración por la labor que realizan”. En definitiva, el viejo axioma tan arraigado en el jefe tradicional de que lo bueno se presupone y lo malo hay que corregirlo, queda seriamente en entredicho.

REFUERZA EL COMPROMISO
Es cierto que, como piensan muchos jefes y empresarios, recibimos un salario por hacer nuestro trabajo, pero también lo es que esa labor se puede hacer regular, bien o muy bien y la diferente actitud debe ser apreciada por los superiores. “Es la teoría del reforzamiento, si tú valoras una acción, refuerzas al individuo a repetirla”, señala Jaume Triginé, profesor del área de Habilidades Directivas de EAE.

En el estudio Los 18 comportamientos más irritantes de los jefes, de la consultora Otto Walter, se recoge que “reprender en exceso y felicitar poco o nada” es el octavo comportamiento que más molesta de los jefes y es criticado por casi el 25% de los encuestados”.

COMPARTIR LOS LOGROS
“Todos parecen entender que no es fácil que te suban el sueldo o que es algo que puede que ni esté entre los poderes del jefe directo, pero escatimar una palabra amable, un apoyo especial, un reconocimiento del esfuerzo realizado… eso ya es más difícil de comprender”, explica Paco Muro, presidente de Otto Walter, en la explicación del mencionado estudio.

¿Por qué les cuesta tanto a los jefes felicitar a sus subordinados? Sobre este punto los expertos no se ponen de acuerdo. “El carácter celtibérico nos hace ser muy egocéntricos. Nos cuesta felicitar porque nos encanta el reconocimiento individual y nos olvidamos de pluralizar y compartir con los demás los logros”, critica Íñigo Manso, consejero delegado del Grupo Actúa.

MANUAL DE CABECERA
Nosotros hemos consultado a varios expertos y hemos descubierto que felicitar es más sencillo de lo que a priori pueda parecer. Y que, en realidad, la mayor dificultad no es tanto hacerlo, como hacerlo bien. Para convertirte en un jefe justo y motivador, toma buena nota de lo que recomiendan quienes mejor saben utilizar las buenas palabras:

Cambia de actitud. Lo primero es olvidarse de la actitud de “poli malo”, la obsesión por pillar en una falta a los empleados y orientarse a lo que los demás van a hacer bien. Así lo explica Montserrat Luquero, consejera delegada de Hudson: “Se trata de pensar en positivo, hay que ser conscientes de que a todos nos gusta que nos reconozcan el esfuerzo y no que sólo nos critiquen lo que no hacemos bien. Hay que intentar ver más allá de los resultados, y valorar también las actitudes. Hay muchas cosas que podemos reconocer: el compañerismo, la colaboración, la asunción de riesgos, la toma de decisiones, la autosuficiencia, la iniciativa…”

Acostúmbrate a organizar el tiempo que dedicas a gestionar a las personas. “Al igual que fijas en tu agenda tiempos para otro tipo de gestiones, es bueno dedicar horas de calidad a pulsar a los tuyos. Se trata de cuidar al máximo al cliente interno: vuélcate en buscar sus puntos positivos, sus emociones, qué sienten, sus momentos anímicos. No hay que olvidar que el estado de ánimo se correlaciona con el éxito”, defiende Manso.

El valor de lo inesperado. Las felicitaciones son buenas, pero deben estar justificadas y no convertirse en algo rutinario. Como apunta Roberto Quiroga, profesor del departamento de Dirección de Recursos Humanos de Esade, “la primera vez que uno recibe un reconocimiento surte efecto, pero si se hace rutinario pierde valor. Es importante felicitar cada vez que queramos reforzar una conducta, pero luego debe hacerse de forma irregular”.

Eso sí, conviene tener en cuenta que es mejor pasarse que quedarse corto, “porque una felicitación de menos puede ser suficiente para cargarse el ánimo de un colaborador”, asegura Muro.

No esperes a los resultados para felicitar. Lo mejor es hacerlo en el camino hacia la consecución de objetivo: valorar el esfuerzo, la ampliación de la jornada, la sobrecarga de tareas, la actitud. Reconocer lo que ya se ha conseguido es una obviedad que tiene mucho menos impacto en el ánimo del empleado.

TOMA EJEMPLO DE COMO FELICITAR BIEN
Debe convertirse en un objetivo clave para cualquier directivo que quiera mantener alta la moral de su equipo. A modo de síntesis, Diego Vicente, del Instituto de Empresa, nos recomienda seguir siempre cuatro pasos:

Describir la situación: ubicar a la persona en el momento o lugar que motiva la felicitación:
“El pasado viernes, cuando estábamos con el cliente…”

Describir la conducta: el empleado tiene que saber qué es lo que hizo, qué conducta concreta estuvo bien:
“…interpretaste muy bien las necesidades que tenía el cliente porque cuando nos dijo que era eso lo que estaba buscando…”

Describir la emoción que te produjo cuando el empleado hizo lo que hizo: antes de felicitar es importante averiguar cómo te sientes ante el colaborador y hacérselo saber con palabras que apelen a lo emocional, dejando de lado términos más neutros como bien, mal, estupendo… “… me sentí absolutamente satisfecho, complacido y orgulloso…”

Conseguir que siga manteniendo la misma actitud en el futuro: se trata de que el empleado vuelva a repetir la conducta:
“Tienes una capacidad muy buena para escuchar y empatizar con el cliente. Necesito habilidades como las tuyas en mi equipo”.

OTRAS FORMAS DE RECONOCIMIENTO
La felicitación es la forma más directa y expresiva para reconocer el trabajo bien hecho, pero no es la única. Hay muchas actitudes de los jefes que serán percibidas muy positivamente por los trabajadores y que si van precedidas de la felicitación concreta y sincera tiene un efecto de refuerzo increíble. Lógicamente, muchos pensarán que la mejor forma de reconocer un trabajo bien hecho es con una subida salarial, pero ya que esto no es siempre posible, se pueden buscar otras formas de reforzar las buenas palabras. El secreto está en conseguir que el trabajador sienta que se le valora y se le tiene en cuenta.

Algo tan sencillo como pedir la opinión de la persona a la que quieres reconocer su labor delante de otros compañeros tiene un efecto sobre la autoestima importante y es un arma para motivar muy poderosa.

Intenta proponer su nombre para recibir cursos, másters u otros programas de formación. Estos productos tienen una doble lectura: se pueden ver como un privilegio por el buen trabajo o como una forma de invitar a los mejores a que aprendan más para seguir creciendo profesionalmente.

Siempre que puedas, intenta compartir información privilegiada con esa persona o delegar nuevas funciones en ella.

Debes mantener una postura flexible en momentos puntuales: permitir ausencias por causas personales, ofrecerle tu apoyo ante sus problemas…

Otra opción es proponerle para representar al departamento en una ponencia, en una presentación, en un congreso…

Hazle ver que siempre le tienes en cuenta cuando surgen nuevos proyectos.

Hazlo visible delante de los demás: si hay una presentación en prensa o delante de otras empresas o departamentos hazte acompañar por la persona que haya llevado el peso del trabajo.

INGREDIENTES PARA UNA BUENA FELICITACIÓN
Decir palabras amables puede resultar muy sencillo, pero la felicitación eficaz, la que busca reforzar las conductas excelentes, no se puede quedar en las buenas palabras. Los expertos nos descubren diez claves para hacerlo sin que resulte artificial o falso:

1.- La persona adecuada. Cuanto más rango tenga quien da la enhorabuena, más decisiva será la felicitación. Si es el presidente en persona quien se acerca a dar la mano, mejor que si es su superior inmediato. Si quieres impactar, haz que tu jefe felicite a tu equipo.

2.- Cara a cara. Y, si la distancia no lo permite, antes por vía telefónica que por mail. Aunque se pueden combinar las dos: primero una llamada y más tarde un correo o un SMS, para confirmar por escrito lo que se ha dicho.

3.- Felicitar en público. Es cierto que tiene un peso mayor una palmadita en el hombro delante de otros compañeros o de otros superiores, pero nunca debe dar la sensación de que felicitamos sólo cuando hay otros jefes delante, como estrategia para hacer crear que somos un superior que trata muy bien al equipo. Esto se percibe y puede perjudicar más que favorecer. En cualquier caso, conviene tener en cuenta la personalidad del felicitado, a lo mejor prefiere la discreción de un despacho.

4.- Sobre todo, sinceridad. Evita las frases hechas y las palabras que no son del lenguaje cotidiano, la propia expresión “te felicito” suena muy estereotipada. Es mejor recurrir a otro tipo de expresiones más cercanas y sobre todo, que sean honestas. Por ejemplo: “Estoy muy orgulloso del esfuerzo que estáis realizando, sois magníficos”.

5.- Ha de ser inmediata y oportuna. El reconocimiento debe realizarse justo en el momento en que se produce el trabajo bien hecho. Si se espera demasiado, pierde fuerza. “Te agradezco las horas que te has quedado esta semana para sacar el programa adelante”.

6.- Ha de ser específica. Huye de las felicitaciones en abstracto. En lugar de decir “Enhorabuena por la presentación, ha sido magnífica”, es mejor concretar y decir exactamente lo que nos ha gustado de la presentación y por qué: “Has hecho una presentación magnífica. Me ha gustado especialmente el análisis que has realizado sobre la evolución de las ventas en las sedes provinciales. Nos ha servido para hacernos una visión de conjunto muy clarificadora. Enhorabuena”.

7.- Debe ser personalizada. Tiene más fuerza la felicitación de una persona que la de la organización. Utiliza expresiones personalizadas y que revelen emociones como “yo te veo”, “me parece”, “me he dado cuenta”… “He visto que te has quedado fuera del horario durante tres días, no sabes lo importante que es para mí este esfuerzo extra”.

8.- Que sea nominativa. Para incrementar la fuerza del reconocimiento hay que utilizar el nombre de la persona a la queremos reconocer”, recomienda Diego Vicente. “Enhorabuena Enrique por lo bien que has resuelto el encargo que te hice ayer”.

9.- Ha de ser gratuita. Una felicitación nunca debe llevar una tarea añadida; puede ser percibida como una encerrona para asumir trabajo extra. Además, no se debe acompañar con expresiones negativas, como algún “pero”. La que sigue no suena a felicitación real, sino a la obligación de asumir más trabajo, sin más: “Como tú eres muy buena resolviendo las quejas de los clientes ¿por qué no te encargas de esta petición?”

10. Debe servir para reforzar una actitud. La felicitación debe reflejar las consecuencias que tiene el acto a reconocer para la organización o para el departamento para servir de refuerzo en ocasiones posteriores. “Es importante que la gente perciba que se le está valorando y de qué manera contribuye al avance de la organización”, recuerda Jaume Triginé: “Te agradezco que hayas liderado este proyecto porque nos ha permitido reducir en un 15% las quejas y reclamaciones”.

Fuente: Isabel García Méndez (Emprendedores.es)

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