Como toda pasión, tuvo y tiene su lado mágico pero a su vez sinuoso. Hace ya más de 20 años desde mis comienzos, y recuerdo perfectamente como en ese época tuve dos grandes motores que me impulsaron a dar mis primeros grandes pases: gente con amor por el oficio, ejemplos cercanos a los que me fui ligando para aprender y poder crecer, y mi colega Susana, compañera de mi vida hasta el día de hoy. Con el tiempo comencé a poder plasmar mis diseños, primeros sobre un papel, y luego sobre el género ¡uno de los más grandes desafíos!.
Pero en medio de mis ilusiones, como es de esperar, la historia tuvo sus matices, porque aún cuando se trata de una profunda vocación, no se pueden dejar de lado los vaivenes y las fuerzas de los vientos económicos que a veces golpean en contra.
Si les menciono las palabras Inestabilidad, crédito, débito… seguramente podrán identificarlas, son los famosos comodines que encajan perfectamente en cualquier historia emprendedora, y obviamente en la mía también. ¿Quién va a solventar los sueños de un artista? ¿Qué podemos hacer frente a las fluctuaciones constantes de precios en los proveedores? ¿Cómo competir cuando los estilos que marcan la moda se importan? Estos desafíos se viven década a década en los más diversos rubros. Pero en el caso de la moda, se suma además un problema que hay que aprender a sortear: saber aceptar el desafío del favoritismo en un rubro tan pequeño, saber inhalar para llenar el pecho de fuerzas y seguir avanzando en este sinuoso y competitivo mundo, que aún así amo, elegir entre el prestigio o la fama, el trabajo a conciencia o el boom pasajero, eso es lo primero que tuve que plantearme. Obviamente opté por seguir a mi conciencia, sin la cual los todo lo demás tiene pie de barro.
Todos entendemos, por experiencia propia o por simple capacidad de observación, que no es fácil ser emprendedor en argentina, pero somos muchos los que podemos decir que tampoco es imposible.
Creo que en todos los rubros en los que decidamos emprender, hay que entender que el desafío está en el día a día, nuestro trabajo es un género virgen, un diseño inspirado y un misterio a resolver…un desafío y un aprendizaje constante.
En mi caso particular entendí que la moda es compromiso y eso la convierte en pasión. Entendí que la base principal es encontrar a los seres que acompañen e interpreten nuestros sueños, tener la humildad de aprender siempre de los profesionales más creativos que compartan nuestros valores. Porque justamente banal, en la moda y en cualquier emprendimiento, es la ultima palabra que tenemos que usar.
Hasta hoy sigo apostando, aunque a veces me rebele, para seguir en este camino, porque siento que con pasión, con humildad y con valores sólidos, todo sueño se puede concretar.
Abel Luppo, Diseñador de Alta Costura