Corría el 2001. El país se desangraba, nuestros ahorros desaparecieron por obra de De la Rúa, Cavallo y el Bank Boston. Mi esposo perdió su trabajo y tuvimos que cambiar a los chicos de escuela, dejar la casa y mudarnos a un departamento más chico, vender el auto y muchas otras cosas más, tal como le debe haber pasado a muchos otros.
Hasta entonces fui madre y ama de casa y ocasionalmente asistente de mi marido pero nunca había estado al frente de mi emprendimiento. Tal vez porque sea de Tauro, tal vez porque sea de origen vasco o tal vez porque tenía una fe hasta ese momento desconocida, resolví no dejarme abatir y salir adelante, a como diera lugar.
Descubrí que no importa cuan fuerte sea la crisis, las mujeres siempre queremos vernos y sentirnos bellas, y que no estábamos dispuestas a sacrificar nuestro cuidado personal, a lo sumo, cambiar de producto por uno más económico.
Me largué a investigar y al poco tiempo, me encontraba produciendo y comercializando mi propia línea de productos cosméticos. Al comienzo fue duro, pero yo creía firmemente en mis ideales y mis productos. Contaba además con el apoyo de mi esposo y la sonrisa de mis chicos como guía.
A lo largo de estos años aprendí a confiar en mí, a descubrir que era cierto eso de las crisis y las oportunidades, que con un sostén amoroso todo es más fácil y qué solo son vencidos quienes se dejan. Gracias por la oportunidad de compartir.
Marta De Lorenzi