Los emprendedores y los prejuicios

Los emprendedores y los prejuicios

Hoy te quiero hablar de los prejuicios. No importa si los tienes en los genes o te los metieron por la fuerza en tu casa, en la escuela o en tus trabajos anteriores, es aconsejable que empieces a desterrarlos si quieres mitigar las chances de cometer errores importantes.

Emprender no es fácil. No hay rutina, repeticiones ni tiempo para aburrirse. Es una constante invitación a superarse y un desafío permanente a evolucionar no solo en el negocio sino, fundamentalmente, como persona.

Es cierto, cuando emprendes no  solo te vas moldeando como empresario sino que tenés la oportunidad de reciclarte en todas las aristas de tu personalidad.

Hoy te quiero hablar de prejuicios. No importa si los tenes en los genes o te los metieron por la fuerza en tu casa, en la escuela o en tus trabajos anteriores, es aconsejable que empieces a desterrarlos si querés mitigar las chances de cometer errores importantes.

Así como hablamos varias veces de la importancia de equivocarse y aprender del error, es importante que le des la oportunidad a otros  de hacerlo.
Tomate el tiempo necesario para conocer, averiguar, investigar y sacar tus conclusiones pero no prejuzgues.  La víctima de tu apresuramiento puede ser un potencial socio, cliente, proveedor, inversor, etc.

Dejarse llevar por los prejuicios te puede llevar a cometer errores de los que difícilmente puedas volver atrás. Te dejo esta historia que puede ayudarte a comprender lo nocivo de juzgar antes de tiempo:

“Una pareja de jóvenes tenía varios años de casados y nunca pudieron tener un hijo.  Para no sentirse solos compraron un cachorro y lo amaron como si fuera su propio hijo.

El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso ejemplar.  El perro salvó en más de una ocasión a la pareja de ser atacadas por ladrones, siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.

Luego de siete años de tener al perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado.  La pareja estaba muy contenta con su nuevo hijo y disminuyeron las atenciones que tenían con el perro.  Este se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé; ya no era el perro cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.

Un día, la pareja dejó al bebé plácidamente dormido en la cuna y fueron a la terraza a preparar una carne asada.  Cual no fue su sorpresa cuando se dirigían al cuarto del bebé y ven al perro en el pasillo con la boca ensangrentada, moviéndoles la cola.

El dueño del perro pensó lo peor, sacó el arma que tenía guardada y mató al perro.  Corre al cuarto del bebé y encuentra una gran serpiente degollada.  El dueño comienza a llorar y exclamar, «¡He matado a mi perro fiel!»

Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.

Marcelo Berenstein

mberenstein@emprendedoresnews.com

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