Cuando comencé con Emprendedores.News, hace ya ocho años, muy pocos tenían idea de que se trataba esta cosa de emprender. Hoy hay un ecosistema emprendedor que, aunque lejos de estar consolidado, crece en calidad y cantidad. Sin embargo, hay algunas cosas que me preocupan y que aún estamos a tiempo de cambiar.
La soberbia emprendedora es uno de esos temas que me causan ruido.
El vedetismo emprendedor es otro, vas a cien eventos emprendedores y encontrás siempre a los mismos personajes parados cual planeta radiante y una audiencia que orbita a su alrededor. Y
Finalmente, también me preocupe el gueto emprendedor, integrado por un grupete que pegó un par de rondas de inversión o vendió y juega al emprendedor e inversor serial, da lindas charlas, escucha seriamente los planes de inversión de emprendedores, pero no pone nunca una moneda y además segrega start ups porque no son “2.0” y rechaza los “2.0”, en fin…
Con estos temas en la cabeza, di con un excelente sitio español, Innovadirectivos, que tiene mucha información y opinión de la buena, y encontré una nota de Manuel Ramos, llamada “El sex appeal de los negocios” con la que me sentí identificado y comparto con ustedes
“Es creencia generalizada que la figura del emprendedor ha de ir indisolublemente asociada con una idea de negocio original, única e impactante. Sin idea previa claramente diferenciada no hay modelo de negocio, ni negocio propiamente dicho. Pocos dudan de esta formulación. Es más, para recibir la teórica calificación de emprendedor y todas las bendiciones correspondientes, el emprendedor tiene que acreditar la paternidad de una idea brillante e innovadora, sin precedentes conocidos y con suficiente poder para generar curiosidad, interés y magnetismo en su entorno. En definitiva, parece obligado que todo emprendedor sea propietario y creador de una idea sexy.
Por ejemplo, las denominadas start-ups son sexy por definición porque, en caso contrario, no recibirían tal denominación y las consideraríamos al margen de la innovación, en la gran mayoría de los casos. Queda claro que una idea de negocio sin sex appeal no nos sirve para incorporarnos al selecto club de los emprendedores y, como mucho, nos convierte en pequeños empresarios o vulgares impulsores de negocios al uso.
Es obvio que no se goza de la misma consideración social o empresarial si se defiende una idea de negocio dos punto cero o, por el contrario, se desea poner en marcha una cafetería, una tienda de comestibles, una gestoría o un punto de lavado de coches.
No, no vamos a menospreciar aquí el valor de las ideas -¡el cielo nos libre!- ni tampoco el activo que representa la innovación. No obstante, sí nos gustaría conceder el espacio que merecen a aquellos emprendedores que se inclinan por iniciar actividades en actividades y mercados conocidos y probados, aunque ello nos dificulte en sobremanera la posibilidad de escribir artículos atractivos o nos impida convertirnos en protagonistas del día entre nuestros followers de Twitter.
Es común que nos dejemos llevar por la emoción de ser pioneros en una actividad determinada o en un modelo de negocio singular. Resulta muy difícil resistirse a la posibilidad de concitar la atención o despertar la admiración de expertos y teóricos de la innovación cuando se trata de difundir nuestra idea. Las ideas de negocio sexy enganchan y tal condición nos lleva a despreciar a aquellos otros modelos de negocio considerados más cercanos al común de los mortales, ideas más ‘normales’, en definitiva. Así es, si tu idea no es brillante o no se parece a un viral, muchos te mirarán como si fueras transparente.
Habría que preguntarse qué es más importante para cada uno, si alardear de ideas singulares o perseguir la rentabilidad o la viabilidad de nuestro proyecto empresarial. Es más, el propio concepto de la innovación no excluye el desarrollo de actividades conocidas en mercados conocidas. Son los procedimientos o el modelo global los que nos concederán la posible ventaja competitiva derivada de la innovación. Para ello, las ideas de negocio no tendrán que estar impregnadas de ese obligado sex appeal que nos requieren los tiempos o las líneas de pensamiento dominante. No son planteamientos excluyentes, y es incontestable que el foco debe apuntar a la viabilidad, a la rentabilidad, aunque no se trate de un proyecto digno de ocupar primeras páginas en publicaciones especializadas.
Y quede claro que ninguna de estas formulaciones ha de estar necesariamente reñida con la innovación y la competitividad. Los planteamientos innovadores pueden desarrollar un papel funcional en cualquiera de los aspectos de un negocio ‘vulgar’ en un mercado conocido. Efectivamente, la innovación puede tener que ver con el proceso de comercialización, con la logística, con la distribución, con la política de costes, con la gestión del talento o con cualquier otro aspecto de la actividad o de la gestión empresarial.
Tal vez deberíamos comenzar a ser más tolerantes y constructivos con ideas de negocio que son potencialmente viables, pero carecen de ese impulso inicial capaz de suscitar la atracción o la simpatía de expertos y curiosos.
No parece audaz afirmar que lo más importante de un negocio es el negocio. No lo olvidemos.”
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
emprendedores@emprendedoresnews.com