El emprendedor con la visión correcta…

Si tuvieras ganas de correr una maratón, nadar en río abierto o escalar una montaña, ¿podrías hacerlos sin tener ese impulso, ese aliento vital que motiva a buscar siempre desafíos superiores a los ya alcanzados? Seguramente, no.

Los emprendedores no escapamos a esta ley natural. Las ideas son solo eso, y no tienen gran valor por sí mismas. El emprendimiento es 10% idea y 90% ejecución; y allí reside el impulso superador que diferencia a un emprendedor de un soñador. El soñador vive de sus ideas en un plano abstracto; el emprendedor, en cambio, vive con la visión enfocada en el cielo sin dejar que sus pies abandonen la tierra.

El emprendedor, por cierto, no puede escapar ni renunciar a la capacidad de soñar. Allí es donde comienza a tomar forma la visión. El soñador tiene una visión borrosa, el emprendedor tiene una visión que se corporiza rápidamente en su mente y crece hasta lograr salir de la cabeza para empezar a tomar forma en el mundo físico.

A partir de que la idea sale de la cabeza y toma forma de emprendimiento, el emprendedor da cada paso buscando acercarla a su visión y mejorarla. Contacta con expertos, ingresa en competencias de planes de negocios, participa en eventos de networking y trata de dar todos los pasos necesarios para que su emprendimiento tome forme, arranque, prospere, se expanda y se multiplique.

Dicen que los corredores de alta competición entrenan a diario imaginando a diario el momento de competir y triunfar. Así viven los emprendedores, ese es su impulso y aliento vital.

El emprendedor no teme al riesgo, por el contrario lo asume como un desafío y un escalón para subir más alto. Tiene en su mente, corazón y espíritu a una trilogía de socios ideales.

El emprendedor es un soñador que realizó la capacidad de convertir la idea en visión y la visión en realidad

Y ya que hablamos de visión, te dejo este cuento que pone de manifiesto que los hechos varían de acuerdo a la de cada uno:

“Mi mujer y yo estábamos sentados a la mesa en la reunión de mis excompañeros de universidad. Yo contemplaba a una mujer sentada en una mesa vecina, totalmente borracha que se mecía con su bebida en la mano.

Mi mujer me preguntó:

– ¿La conoces?

 – Sí -suspiré-, es mi ex-novia. Supe que se dio a la bebida cuando nos separamos hace algunos años y me dijeron que nunca más estuvo sobria.

 – ¡Dios mío! – exclamó mi mujer ¡Quién diría que una persona puede celebrar algo durante tanto tiempo!

Moraleja: Siempre hay dos maneras de ver las cosas …”

Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.

Marcelo Berenstein
emprendedores@emprendedoresnews.com

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