INCUBADORAS: Cómo son las dos primeras etapas por las que debe pasar un emprendedor

Estas nurseries son las primeras que las ayudan a madurar las ideas. Pero la etapa inicial cuenta con una variedad de opciones para cobijar a los emprendedores. De allí, tal vez, las confusiones entre este mecanismo de apoyo y el de las aceleradoras. Ambas acompañan a los empresarios novatos en sus primeros pasos, pero tienen diferencias en cuanto a la oferta de capacitación, mentoreo, financiamiento, y también se distinguen por especialización sectorial. También hay híbridos que se ubican a mitad de camino entre ambos conceptos, como Vrainz o La Plata Hub. “Aunque no hay una definición de diccionario -dice Lorena Suárez, country manager de Wayra, la aceleradora de Telefónica-, la incubación es un proceso que les sirve a los emprendedores que están en etapa exploratoria, que buscan descubrir y validar el valor de una idea, y poner a prueba hipótesis para definir cuál es el problema por solucionar.”

Los actores que constituyen el respaldo en esta primera etapa son generalmente universidades o instituciones del sector público. Son ejemplos el Programa Naves, del IAE; o los de San Andrés, Di Tella e ITBA, entre otras casas de estudios. Este estadio se basa en fondos provienen de las arcas propias, o del clásico apoyo de family, friends and fools.Javier Guevara, CEO de la aceleradora y company builder Vrainz, precisa el nivel de desarrollo que se admite en las incubadoras: “Se enfocan en ideas con alto potencial, que no suelen tener desarrollada una estructura, a veces ni siquiera cuentan con un equipo, no poseen una estructura societaria y en muchos casos no cuentan con un plan de negocios definido”. Allí es donde los emprendedores dan forma a sus ideas, investigan el mercado y dilucidan quiénes son sus potenciales clientes. La incubación es, en grandes trazos, una inmersión en el ecosistema.

Tanto el gobierno nacional y como el porteño impulsan el emprendedorismo con incubadoras. El primero, llamado Incubar -del Ministerio de Industria-, hace foco en proyectos industriales con menos de dos años. Y otorga hasta $ 150.000 de aportes no reembolsables (subsidio) para proyectos que formen parte de incubadoras acreditadas en el registro nacional. Allí se inscribe una larga lista de universidades del interior.

Enrique Avogadro, subsecretario de Economía Creativa porteño, detalla las iniciativas en el ámbito de la ciudad, IncuBA, donde se gestan iniciativas de diseño alojados por alrededor de un año en el Centro Metropolitano de Diseño; y la nueva incubadora de proyectos audiovisuales y videojuegos, en la sede del Distrito Audiovisual.

“Además del acceso a las capacitaciones, eventos y el laboratorio de impresoras 3D, lo más relevante de la incubación física es el networking entre los emprendedores”, dice Avogadro. El aporte a la siguiente fase es indirecto: la ciudad fondea y convierte con aceleradoras privadas.

Manuel Tanoira, especialista del estudio Tanoira, Cassagne Abogados, contrasta los plazos entre la incubación, entre 12 y 18 meses, y la aceleración, de 6 a 8 meses. Y distingue: “Si el proyecto necesita exposición, escala rápida a nivel local y regional, tiene un equipo para llevarlo adelante, pero necesita ponerlo a punto y poner a prueba el modelo de negocio, la aceleradora es una buena alternativa”. La gerente de Wayra lo denomina la etapa de “calibración”.

El cofundador de la aceleradora NXTPLabs, Ariel Arrieta, explica la importancia de aterrizar en la aceleradora con un “beta”: “Es lo que le permite entender cuál es la capacidad de ejecución de los equipos, que valen más que las ideas. La aceleradora ayuda a que llegue a los primeros clientes y sobre su feedback mejorar el producto y trabajar en la adquisición de clientes”. Si el margen de ganancia es mayor que el costo de adquisición de clientes, indica, la aceleradora detecta un negocio escalable y abre las puertas a potenciales inversores de su red.

Según Tanoira, las aceleradoras invierten en vehículos jurídicos y usan con frecuencia notas o préstamos convertibles en acciones, a cuenta de una futura ronda de inversión. El riesgo se cobra con un porcentaje accionario de entre 3 y 10 por ciento

Luján Scarpinelli

La Nacion

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